Esta mañana escuchaba la radio mientras iba al trabajo y oí la presentación de un libro por parte de su autor que me pareció interesantísimo «Bacanales, El mito, el sexo y la caza de brujas» de Pedro Ángel Fernández Vega, y aunque aún no lo he leído si me ha hecho reflexionar con sus comentario sobre el hecho de como hoy día somos el resultado de una historia tergiversada, ocultada, falseada hasta presentarnos lo blanco como negro y las ideas de unos pocos como verdades absolutas.
Y ocurre que con la edad, los estudios, el afán de leer y descubrir y redescubrir uno se va volviendo escéptico (cada vez me cuesta más creerme lo que me dicen) venga la información de dónde venga, pues voy descubriendo como casi todas las llamadas verdades o hechos naturales en realidad son ideas de unos poco escritas y difundidas una y otra vez (cuenta una mentira, mantenla y acabará siendo verdad).
Estamos asistiendo a una lucha antinatural en nuestros días, los machos de nuestra especie en guerra contra su complemento imprescindible para existir, las mujeres. Somo una especie que usa el sexo como sistema reproductor y para ellos son necesarias dos géneros (aunque hoy día la tecnología también ponga en duda esta idea), y como en todas las demás especies ninguno de los dos géneros y sus distintas formas de expresión en orientaciones y formas es más importante que el otro, sí que existen características algo distintas entre una y otra pero somos todos partes de una única especie y como tal deberíamos apoyarnos y defendernos.
Sin embargo siglos de ideas irracionales de las distintas religiones y políticas que han existido y perviven desde el principio de los tiempos, 4,200 religiones según el autor de este artículo de Manuel Ansede en la web Materia, han ido poniendo a cada elemento de nuestra especie en el sitio que le ha dado la gana y así nos luce el pelo.
El blanco se creyó superior al negro, no sabía él aún que ya los negros, miles de años antes, habían creído inferiores a los blancos, las razas son mera diversidad de la especie animal y humana a la que pertenecemos, los mestizajes son una clara evidencia de la similitud que tenemos todas las razas y es que pertenecemos a la misma especie. Solo el odio irracional, las malas intenciones y el sueño de «poder» han podido generar tales ideas irracionales de separación y odio hacia los de mí misma especie.
Y esto mismo ocurre con la mujer, vilipendiada, acusada de magia, brujería, descalificada mitificada como mero objeto sexual o decorativo (que le pregunten a la pobre Melania Trump, o a las víctimas de las manadas, o a las esclavas sexuales, domésticas o mano de obra barata) se ha convertido para unos pocos (muchísimos diría yo) en objeto de ira, de violencia de menosprecio y aún algunos se vanaglorian de su incultura y odio aprendido a su propia especie.
Qué más ha de hacer la mujer y los hombres que estamos en ello, para hacernos ver la realidad y es que sin ellas no seríamos y ellas tampoco serían, que nos necesitamos para sobrevivir como especie y que vivir en paz y no en el odio nos ahorraría millones de vidas, de infelicidades, de recursos….. ¡ah! Y de poderosos cretinos que solo nos llevan a la muerte, la infelicidad y el agotamiento de los pocos recursos que van quedando.
No sobra población, sobran ideas sembradoras de odios. El animal humano no es violento por naturaleza, lo llega a ser porque unos pocos les siembran ideas irracionales.
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