El ritmo de vida y el sexo en parejas. Estrés. Toma de consciencia. Placer. Disfunciones. Insatisfacción.
El sexo es un placer que como todos los placeres requiere de su momento, su porqué, su con quién, su motivación, su deseo, etc.
Hace algún tiempo que en consulta observo cómo tengo pocos problemas sexuales verdaderamente orgánicos, la mayoría no directamente causados por problemas en los genitales, que los hay, pero sí aparecen más disfunciones causadas por otras enfermedades y que por sus síntomas o desarrollo, o por los tratamientos que necesitan alteran la función sexual, valgan por ejemplo las disfunciones eréctiles asociadas a la hipertensión y a sus tratamientos o los problemas asociados a los tratamientos hormonales en las mujeres que les suele trastornar el deseo y la excitación fundamentalmente.
Aparecen con más frecuencia los asociados a trastornos emocionales y de estos bastantes por causas psíquicas o personales, las personalidades obsesivas, las autoexigentes, las perfeccionistas, las pasivas, etc., generan con mucha frecuencia alteraciones en sus conductas en general y más en particular en esta conducta que es la sexual, obsesionarse con algo de nuestro cuerpo, con conseguir objetivos en las relaciones o hacerlo de forma perfecta y si no, no servimos para ello, condiciona muy negativamente algo que en principio debería ser tan sencillo como el dar y recibir placer con alguien con quien se tiene algún afecto, sea este el amor, el enamoramiento o la amistad, a veces la pura atracción sexual.
Sí me encuentro en mayor número las personas que se quejan de alteraciones en la función sexual causadas por ansiedades o depresiones. Unas veces vienen conscientes de su problema y me lo exponen como posible causa, pero las más de las veces son inconscientes de lo que traen y se sorprenden cuando les digo que lo que padecen tiene nombre y cuando se lo planteo en detalle reconocen esas depresiones o ansiedades y caen en la cuenta de que efectivamente vienen sintiendo otros síntomas asociados, tristezas, ningún deseo de casi nada, contracturas, mareos, sudoraciones incontrolables, y un largo etcétera de síntomas asociados.
Pero la causa que en mayor medida me encuentro en las consultas son las llamadas sociopatías, es decir trastornos debidos a los elementos sociales con los que convivimos a diario. Hasta hace poco aparecían de vez en cuando, pero hoy día en la era de Internet y de los grandes y acelerados cambios sociales y ambientales que estamos viviendo me los encuentro asociados o como causa en casi todos los casos.
El factor más frecuente es el estrés y este no siempre por exceso de trabajo que se da con cada vez mayor frecuencia, sino por múltiples causas, horarios de vida adaptados no a la vida sino a las empresas, a las distancias en kilómetros entre lo doméstico y lo laboral, a la cantidad ingente de tareas y aficiones asumidas para “ser normal”: gimnasios, dietas, tareas innecesarias como la permanente observación de las redes, seguimiento de series; también las exigencias del sistema: estudios para completar curriculum en un ambiente laboral tan cambiante que casi debemos ser multitarea en todo, libros, talleres y sitios o grupos de Internet dónde te explican como ser el número uno de lo tuyo sea esto laboral, personal o incluso interpersonal como en nuestro caso las relaciones sexuales en parejas.
Todo se ha compendiado en múltiples reglas, consejos, leyes, que o sigues o caes en el fracaso vital y has de “resignarte” a ser un número dos o mucho menos y por tanto un fracasado.
Todos los días nos hacen conscientes tal y como despertamos y nos conectamos a la red y a los medios de que nos han vuelto a engañar con un alimento que hasta ayer consumíamos con confianza y en la idea de que era muy bueno para nuestra salud, hoy nos enteramos de que produce cáncer, nos enteramos de que volvemos a estar en peligro de guerra bélica, económica o política, de que el fármaco que hasta ayer me curaba hoy se ha demostrado peligroso para la salud, de que ya no nos queda aire limpio en las ciudades ni en el campo, que no queda un animal sano al que contemplar ni con el que alimentarnos, de que los pescados traen plásticos en sus entrañas que nos comemos y de que las plantas con las que pretendíamos seguir alimentándonos son productos de laboratorio y vienen cargadas de química…. que no queda un gobernante al que le importe nuestras vidas.
Y con todo esto encima la mayoría de las personas que acuden a mi consulta pretenden seguir viviendo su sexualidad en paz y con alto disfrute de la misma, como eso que ven en el porno, en los anuncios o en las películas.
El sexo es un placer que como todos los placeres requiere de su momento, su porqué, su con quién, su motivación, su deseo, etc. Cuidado con confundir placer con “correrse”, para esto último con una máquina o una mano me basta, pero eso es solo un estímulo intenso, agradable sí, pero no un placer en su definición. La RAE define: Goce o disfrute físico o espiritual producido por la realización o la percepción de algo que gusta o se considera bueno.
Hoy el momento parece ser cualquiera que decidamos, por ejemplo a las 24 h de un día laborable, el porqué, porque toca y hace mucho que no lo hacemos, con quién, con quien se ponga a tiro aunque no sea de mi absoluto gusto, podría ser más guapo/a, , más inteligente, más bajo/a, más alto/a, más fiera, más tierno/a….podría quererme algo más o podría mostrarme algún afecto, pero como no lo tengo, con esta persona mismo si da igual lo que quiero es correrme, o poder contárselo a mis amigos/as, o cumplir, no tener un placer, el placer es para los millonarios!.
Es como lo de disfrutar de las vacaciones. ¿Cuándo?, cuando me deja la empresa, ¿porqué?, porque toca aunque el mundo ahora esté lleno de turistas, ¿con quién?, con mi pareja mis niños y mi suegra, ah! también con esos amigos con los que no me veo desde el año pasado y que él o ella me caen tan mal. ¿Cómo?, como me diga mi agencia. ¿A dónde?, al sitio más caro, más lejos, más incómodo, más invadido por más turistas, qué más da si yo no he venido a conocer otro país, su gastronomía, su cultura, sus habitantes, si a lo que he venido es a hacerme una foto para Facebook, a comerme una hamburguesa en un MacDonal o un café en un Starbucks de este país que me han dicho que es mejor que el de mi barrio. Y para ello me entrampo económicamente, me someto a las condiciones de las aerolíneas, de los hoteles, de los movimientos sociopolíticos de ese país en ese momento dado y aun así pretendo tener el placer de la aventura y del viajar y encima tener sexo en la terraza del hotel con mi pareja o con mi amigo/a, perdonadme lectores y lectoras pero eso no es un placer, eso es un mínimo estímulo de falsa aventura con momento orgásmico a precio de una dis/placentera insatisfacción.
Cuento esto no desde el pesimismo que aparenta sino desde el optimismo que significa darnos cuenta de que vivir el sexo es tan sencillo como el tomar consciencia de qué es lo que realmente deseo, sin condiciones, sin reglas, sin objetivos, sin problemas, solo con la mera intención de dar y recibir placer en y con toda mi piel, en y con todos mis sentidos, con toda mi forma personal de entender el mundo, que agrade a mi psique y a mi consciencia y me deje esa sensación agradable de desear repetir-te
¿por qué?, porque ambos queramos,
¿con quién?, con quien yo libremente decida,
¿cómo? sin objetivos,
¿dónde?, donde se crucen nuestras miradas
Que más da si lo que quiero es vivir-te en paz, en calma, con mi cuerpo y con mi espíritu.
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